viernes, 19 de abril de 2024

Poema del día: "Nosotros no cambiamos...", de Eliza Macadan (Rumanía, 1967)


        nosotros no cambiamos
el mundo este mundo
se las arregla a solas
trayectoria predestinada
dirección de marcha trazada
en el mapa astral
pero cambiaremos muchas veces de idea
sobre los juegos que hacer
e inventar para mejor soportar
el frío de finales de noviembre
juegos de palabras a oscuras
mientras desde cada adentro
relámpagos negros se disputan
un trofeo de porcelana china
vendido como si fuera de bohemia
una tacita que tú tomarás por
el asa y tirarás al canal
grande el día después

Eliza Macadan, incluido en Altazor. Revista electrónica de literatura (1ª época, año 2, agosto 2020, Chile, trad. de Emilio Coco).

jueves, 18 de abril de 2024

Poema del día: "Tizones en la noche", de Bernard Binlin Dadié (Costa de Marfil, 1916-2019)


Negros de todos los colores,
              y de todas las latitudes,
hombres de profundidades y de pañoles
pegajosos de fatiga y titubeantes de inquietudes.
Negros rodando sin recursos por el tiempo,
hundidos, sumergidos, aplastados, descuartizados,
listos para correr tras el pan llamado cotidiano
y temblar sin tregua en la borrasca
       de amos y cortesanos;

hombres de ninguna confraternidad
que no sabiendo alabar, ni rogar, ni arrastrarse
llevamos el peso de las complacencias;
clientes de bailes populares en los fétidos mercados
de coches fúnebres de sexta clase
de misas de réquiem sin pompa.

Negros de todos los colores,
de todas las orillas, de todas las fronteras
vendidos al peso de horas de trabajo,
tizones en la noche,
al salir el sol nos encuentra en camino.

Los mercaderes reedificaron el templo.
El pan y el vino distribuidos en la montaña
a los hermanos, son puestos de nuevo bajo cerrojo.
Y la escudilla en nuestras manos, bosteza de hambre, de sed
nuestras costillas le sirven de arpa al viento
       al salir el sol nos encuentra en camino.
Las largas etapas no nos atemorizan
sabemos domar el hambre y el frío.

Negros de todas las latitudes,
rodando sin recursos por el tiempo,
que de nuestras manos unidas
brote la llama
que alumbre la nueva trayectoria del hombre.

Bernard Binlin Dadié, incluido en Diwan africano. Poetas de expresión francesa (Editorial Arte y literatura, La Habana, 1988, selec. y trad. de Rogelio Martínez Furé).

miércoles, 17 de abril de 2024

Poema del día: "Árboles que andan en el sueño", de Saniya Saleh (Siria, 1935-1985)


¡Oh, noche!
Pasas sobre el aliento de las imprentas
y no desarraigas aquella historia coja.
Mi tembloroso pie me pertenece a mí,
y no a los altos árboles de libros.

Barco de nube seguido por gritos de piedra
penetra los tejidos en una guerra ficticia.
No oscuridad en los ojos, no engaño,
todo se desnuda,
y azul azul es la historia.

El agua de la historia es fría, sus árboles siguen andando en el sueño,
y solo cantan la batalla las bocas de los árboles.

Se acabó la era del hacha,
y ahora la guerra se ha vuelto ficticia,
de ojos vacíos y boca firme.
Sube a los estantes y baja hacia los hormigueros.
Ya no se oyen gritos en las ciudades y reinos.

Se arrancó la boca quejosa de la cara,
y los árboles extintos inclinan sus cabezas
y roban las miradas
hacia aquellas pequeñas balas de espuma,
celebrando la boda de una historia coja.

Saniya Saleh, incluido en Diván de poetisas árabes contemporáneas (Ediciones del Oriente y del Mediterráneo, Madrid, 2016, ed. y trad. de Jaafar Al Aluni).

Otros poemas de Saniya Saleh

martes, 16 de abril de 2024

Poema del día: "La víspera se acerca hacia su fin...", de Nathalie Ronvaux (Luxemburgo, 1977)


I
La víspera se acerca
hacia su fin
irremediable

Antes de desvanecerse
aspira al canto
de la epidermis

Ella atraviesa
la razón
de los fantasmas

Ella ofrece
a las apariciones
la bendición de las voces blancas

II
En la colcha de la opacidad
el acoplamiento de una nota

Una sola

Un llanto nocturno

¿O es eso
una risa ahogada?

Nathalie Ronvaux, incluido en Círculo de poesía (México, 13 de febrero de 2023).

Otros poemas de Nathalie Ronvaux

lunes, 15 de abril de 2024

Poema del día: "La consigna", de Pura del Prado (Cuba, 1931-1996)


Todos le ofrecen un camino a mi alma.
Se afanan sutilmente por marcarme señales.
Muy gentiles, me dicen: - Por aquí...
Y ella los ha seguido.
A todas partes.
A la iglesia y sus confusas variedades;
también al campo, la taberna, el baile.
Adondequiera que le mostraran una consigna
pero siempre mi alma contemplaba, nada más.
Escudriñaba más allá de los peinados y el vino,
entre el cáliz y los dedos,
entre los periódicos, y la verdad.
Haciendo donativos en los cestos de ofrenda.
Húmeda con la sangre de las revoluciones,
lloró sobre toda clase de muertos, amigos y enemigos.
Porque le dolían todos los hombres.
Anduvo el mundo, el templo, las cubiertas
y las bodegas del barco.
Se sublevó y alzó su canto como un fusil de ilusión.
Caminó por libros extraños, como el moho que tiene el olor del tiempo.
Estuvo en los repartos de caridad y en los mítines políticos.
Vendió periódicos en naciones lejanas
para comprar la leche prestada del destierro.
Se introdujo en el lecho, a gemir de alegría
y amanecer llorando.
Estuvo en los andenes de pueblos remotos
y en todos almorzó en la pobreza.
Conoció de las bodas, los partos, los hospitales,
compartió con los enfermos y los heridos,
le llevó meriendas a los locos.
Los crucifijos tintinearon en su falda
y llevó carteles comunistas a la plaza,
levantó la mano aceptando la redención en locales protestantes,
adivinó el futuro en los trazos de las manos,
hizo surgir el tiempo en las cartas de colores.
Sus ojos velaban, angustiados,
porque nada la satisfacía.
Ni el suicidio, ni la colecta, ni el diezmo, ni el crimen.
Sabía que era sólo una pobre mujer
cuya patria era la tristeza.
Los pobres son de olvido, ciudadanos
del dolor universal.
El valor es su pasaporte
su vestido es el llanto.
Veía el esqueleto de pájaros en vuelo
y pequeños ataúdes de niño,
mártires boquiabiertos en el olvido.
Países de los cuales sólo se recuerdan vagas nociones
y de cuyas banderas no queda memoria.
Se preguntaba en los sitios más insólitos,
como asomándose a una cueva oscura,
qué habrá sido de las doncellas más hermosas de Babilonia
y de los hombres que tallaron las piedras en México.
Y hasta cuando durará el Museo.
Tantos espejuelos ya sin dueño,
tanta órbita sin la mirada.
Y las estrellas relucientes en la sombra donde murmura el océano.
Le hubiera gustado pertenecer.
Pero nunca a corrales, negocios, ilusiones.
La única verdad temblaba como un equilibrista, entre la duda y la esperanza.
Recuerden que soy sólo una emigrante,
inadaptada siempre y peregrina
aunque con el amor en esperanto,
ofreciéndose con el gesto silencioso del árbol.
Vagando, a ver para qué sirven mis manos sobre la tierra.
Porque este es mi único propósito,
Colocar un vendaje, ponerle los zapatos a mis hijos,
consolar una pena, repartir medicinas,
y cada vez que encuentro a un ser humano
me deshago en sollozos y ternura.
Sin pedirle a ninguno pasaporte, filiación religiosa,
carnet de partido, superficie,
color del alma, nada sino eso
que ande en dos pies y sufra,
que use su tenedor o sus pañales,
hable la lengua en que hable, me odie o me ame,
tenga o no dignidad en su persona,
el sólo requisito es que esté vivo,
que haya vivido así, que se haya muerto,
que sepa, en fin, con todo, lo que es esto.

Pura del Prado, incluido en Cinco poetisas cubanas (1935-1969) (Ediciones Universal, Miami, 1970, ed. de Ángel Aparicio Laurencio).

domingo, 14 de abril de 2024

Poema del día: "Flores y balas", de Fatma Savci (Kurdistán, 1974)


No se reducen las flores y las balas en esta tierra,
ahora de camino a la aldea Heskîf,
tal vez la bala de un militar turco
ame a mi corazón salvaje
el rifle sea atraído por el amor
mi cuerpo bese el suelo una vez más
pero no sé si en mi lugar
¿brote una palabra kurda?

Fatma Savci, incluido en El cautivo (19 de enero de 2024, Caracas, trad. de Jiyar Homer y Gabriela Paz).

Otros poemas de Fatma Savci

sábado, 13 de abril de 2024

Poema del día: "El color del grito de James Brown", de Kayo Chingonyi (Zambia, 1987)


               Para Steve McCarthy y Todd Bracey

Te he conocido por diversos nombres
pero hoy eres Larry Levan,
tu mano sobre el plato en la humeante
sala del recuerdo de un feligrés del Garage.
Sigues el ritmo de ‘When Doves Cry’,
mientras sacudes tus caderas,
y el sudor te gotea desde el pelo
color del grito de James Brown.
Rey de King Street, todavía nos movemos
bajo el mismo sonido, aunque algunos
no sepan que es tu tumba
sobre la que danzamos, dominando la pista
el machismo vencido por el ritmo —
todos los listillos son unos fantasmas
si el DJ toca ‘Heartbroken’
en el momento justo para estos pies cansados.
Enséñanos a transformarnos, Legba,
debes saber que yo sabría reconocer tu acostumbrado
shuffle, ese miembro fantasma, en cualquier sitio;
que veo tu mano en la vorágine
de una pareja, en medio de la pista,
deslizándose resbaladizos y veloces como un corte de pelo
hecho por la mano de un barbero puertorriqueño
que blande una navaja de afeitar como un pincel.
Deja que nos convirtamos en algo como ellos, una oda
a la noche, pidiendo cerveza en un lenguaje
corpóreo a un camarero que contesta
moviendo sus brazos en un arco,
al estilo Willi Ninja, para preparar una bebida
que ansiarán nuestros labios, un sabor que hemos estado
intentando desde entonces recrear.

Kayo Chingonyi, incluido en Aullido (Internet, 26 de noviembre de 2019, trad. de José Manuel Romero Santos).